Alvin Reyes
Creo que al final de todo somos
más espíritu que carne. Es más estoy casi seguro que somos 100 % espíritu, el
cuerpo, la carne que poseemos es solo un medio usado por natura para expresar
lo que somos. En ese sentido yo soy lo que me sienta por dentro. No soy mi
pelo, ni mis uñas, ni el color de mis ojos, ni mi panza crecida, todo eso es
azar, genética pura. Pero mucho menos soy los zapatos que calce, el celular que
use ni la marca de auto que tenga, eso es comercio.
Nuestra sociedad premia, valora,
estimula, la riqueza material por encima de la espiritual. Así la gente admira más
la colección de autos del boxeador Floyd Mayweather que a Simon el estilista. Desde que
tenemos uso de razón se nos traza la pauta del éxito: “Debes ser un gran
profesional, un hombre de éxito”. “Quiero que mi hija sea una gran artista”.
Bueno si lo logran bienvenido sea. Pero he visto padres partirse el espinazo
para que sus hijos tengan lo ellos no tuvieron. Pero al referirse a eso solo lo
hacen a lo material, se olvidan de que a lo mejor sus padres le dieron, de lo
que tenían, lo mejor de ellos, le dieron amor, un amor que no estaba envuelto
en celofán material, que no se reflejaba en colegios caros ni en costosos aparatos
de juegos, se basaba en el deber de padre y en el estar ahí en el momento
indicado.
El ser espiritual debe prevalecer
siempre sobre el ser material como condición única para alcanzar esa felicidad,
esa panacea, ese estado de gracia perpetua que hemos confundido con la consecución
de artilugios materiales. Un espíritu rico, un espíritu autosuficiente siempre
estará por encima de las apetencias materiales por lo que tendrá un alto
porcentaje de posibilidad de alcanzar, al menos conocer bien de cerca el rostro
de la felicidad. La riqueza espiritual te permite necesitar menos, ser más
feliz con poco. El hombre que logra en su vida incrementar su riqueza espiritual
por encima de las apetencias materiales vivirá mejores años que un hombre
esclavo de las posesiones materiales.
Es posible que muchos consideren
que nosotros propugnamos por una existencia miserable, vivir en andrajos por la
calle con el rostro feliz. No. De ninguna manera, aspiramos a que los seres humanos
vivan una vida digna donde sus necesidades estén cubiertas. A lo que nos
oponemos es al culto al lujo y a la opulencia y al sacrificar lo poco que se nos
da de vida en la búsqueda de objetos materiales, porque es una búsqueda sin fin
ya que siempre los fabricantes de juguetes tendrán la inventiva suficiente para
crear artefactos novedosos en comparación con el que ya tienes y tú, al ver que
se han creado objetos mejores que el que ya posees solo sentiras que tu existencia es miserable no apreciando las
virtudes del que ya haz logrado obtener.
Quiero aclarar, por último, que
la espiritualidad a la que me refiero no tiene nada que ver con religión. La religión
es otro tipo de esclavitud que en su momento trataré. Acá solo quiero dejar por
sentado que eso, que se ha dado en llamar alma, espíritu, ese yo interior de
cada uno, ese es nuestro verdadero ser. Se debe todos los días del mundo hacer
crecer ese yo interior, esa persona que somos, eso es lo que nos dará la
fortaleza necesaria para enfrentar los aciagos días de destrucción y locura que
estamos viviendo.