Alvin Reyes
Los británicos le han dicho que no a la Unión
Europea. En los días por delante veremos todo tipo de posiciones a favor y en
contra de esta decisión del pueblo en su referéndum. Nosotros, que nunca
tratamos de quedarnos en el baile mecánico de los medios, pensamos que esta decisión
es un llamado al mundo para que detenga cuanto antes esta oleada de estandarización,
este deseo de meter en un solo paquete un grupo de regiones y naciones que han
seguido un desarrollo económico, social y tecnológico muy diferentes unos de
otros, pero que el deseo de que todos seamos un gran mercado para que un grupo
de personas se sirva nos están metiendo a todos en el “mismo saco”.
Uno de los requisitos fundamentales para el
funcionamiento del sistema que, con Lewis Mumford, hemos aprendido a denominar
la maquina es la estandarización. Este concepto se confunde demasiadas veces
con hacer las cosas de manera correcta pero esta aproximación es errónea, lo
malo también se puede estandarizar, pero la propaganda de la maquina nos quiere
hacer creer que estandarizar es mejorar.
En su afán de pasar un rasero e igualar todos los
sistemas económicos del mundo vemos como el FMI y el Banco Mundial aplican las
mismas recetas económicas para países de diferente idioma, clima, raza, credo,
cultura, etc. El resultado son una serie de fracasos desde América hasta África.
Como fracaso fue también la exportación del modelo soviético a países tan
distintos como musulmanes, caribeños y del lejano oriente.
Cuál es el problema concreto de esta estandarización
de la economía y de la vida social de países diferentes en aras de conseguir un
resultado económico que al final solo será satisfactorio para las elites que detentan
el poder en los centros donde se desarrollan todas estas iniciativas, los
sacerdotes de la maquina como les llama Mumford?
Uno de los grandes beneficios del desarrollo de la
humanidad es haber logrado acumular una cantidad de culturas individuales y
regionales a las que si se les da las oportunidades adecuadas sabrán salir a
camino y sortear las más variadas circunstancias en virtud de su pasado histórico
acumulado y de lo que a través de este ha aprendido. “Cualquier filosofía de la
historia que tome en cuenta la diversidad natural y humana debe reconocer que
este proceso de selección ha alcanzado un grado superior en el hombre y que cualquier
forma de organizar las actividades humanas, mecánica o institucionalmente, que
limite las posibilidades de ensayo, selección, emergencia, y trascendencia en
favor de un sistema cerrado y completamente unificado no es más que un modo de
frenar la evolución de la cultura humana”[1]
O sea, cada país, región, nación, conglomerado
humano ha venido por miles de años desarrollando sus capacidades, ha creado sus
mitos, sus dioses, su cultura, su gastronomía y es en estas raíces donde están ocultas
las fuerzas que le van a dar a cada uno su forma de manejar sus problemas. Un campesino
dominicano no puede pensar jamás igual que un africano o que un vietnamita. La cultura
juega un papel fundamental en cada uno de ellos a la hora de establecer políticas
pero los organismos internacionales traen un libreto armado en un piso de un
rascacielos del primer mundo y lo aplican a los tres por igual. Lo mismo cabe
para un británico, un griego y un húngaro.
Desafortunadamente esta es una sociedad que ha
eliminado la historia de entre sus premisas básicas. Estandarizándolo todo cada
error que se cometa se repetirá en cada una de las sociedades y regiones
sometidas al sistema mecánico de estandarización negándole a las sociedades el
uso de sus fuerzas sociales acumuladas para salir de los problemas.