Hace un tiempo que vengo escuchando comentaristas de futbol
y de beisbol clamando a gritos que esos deportes deben hacer como el futbol
americano de la NFL. Se dice que se debe legislar para introducir cámaras y
dispositivos electrónicos que “eliminen” el error introducido por el ser
humano.
Para sustentar sus peticiones alegan la famosa llamada del árbitro
que le quitó el juego perfecto al pitcher venezolano Armando Galarraga en el
caso del beisbol; en el caso del futbol se habla del gol fantasma y de la posición
adelantada.
“Como es posible que en un mundo con tanta tecnología existan
ortodoxos que se resistan a eliminar el error humano del juego”, los oigo
alegar. Y yo me pregunto, no es acaso el arbitraje lo único humano que queda en
el deporte?.
En unas disciplinas dominadas por las dictaduras del mercado
donde ya no se habla del valor atlético de un jugador si no del valor como
marca de Cristiano Ronaldo, donde los atletas logran su alto rendimiento con
esteroides de última tecnología, el único factor de incertidumbre y de subjetividad
y, por tanto, de humanidad, es el hombre de uniforme distinto
receptor de todas nuestras frustraciones deportivas.
El sueño de muchos sería un gran árbitro electrónico en una
especie de domo central rodeado de sensores cámaras y escáneres y un micrófono para
desde su atalaya tecnológica dictar sentencia, un árbitro infalible pues está
dotado de la técnica e inmune a la estupidez y el error humano. El gran arbitro
infalible. Desde esta torre un rayo magnético nos dirá si hubo posición adelantada
o no, y entonces no miraremos con odio al hombre de la esquina que levanta su
bandera y nos anula un gol y una jugada de gran sutileza técnica y no podremos
decir “hijo de puta” porque el robot no tiene madre.
Que frio sería un juego de beisbol con nueve jugadores en el terreno enfrentando un bateador y en el
estadio una serie de altoparlantes que, activados por sensores y escáneres,
cuando la bola pase por el plato se oirá una voz magnética que dirá “strike one”.
Y todos aceptaran la decisión del juez electrónico y los managers y directores técnicos
no protestaran y se perderá el disfrute del juego, si quitan los árbitros el
juego será frio.
Algunos dirán, no exageres Alvin, solo se revisarán algunas
jugadas que tengan dudas. Primero serán algunas jugadas, luego los que venden tecnología
inventaran artilugios y desaparecerá el hombre que es el juez del juego y la
sentencia la dictara la máquina y entonces no sabremos qué hacer con la frase: “Maldito
arbitro! Coño!”.