Alvin Reyes “Memories can't ignore
Anguish of before
Satisfy the scorn.
Rise ghosts of war.”
Slayer
Ghosts of war
En la mañana del 28 de junio de 1914, cuando el archiduque Franz
Ferdinand y su esposa, Sophie Chotek, llegaron a la estación de ferrocarril de
Sarajevo, Europa estaba en paz. 37 días después estaba en guerra. El conflicto
mató a más de 15 millones de personas y destruyó tres imperios.
La situación mundial a la
mañana del asesinato era bastante complicada porque había regímenes moribundos
y regímenes ascendentes. Los primeros se resistían a morir y los últimos
aspiraban al espacio que ellos entendían que les tocaba en el tablero mundial.
En 1907 por un lado
teníamos la triple alianza formada por Italia, Alemania y Austria, por otro
lado Francia y Rusia habían formado la alianza franco-rusa que estipulaba el
apoyo mutuo en cualquier enfrentamiento con la Triple Alianza. Después en
virtud de un tratado previo entre Inglaterra y Francia, esta se unió
formalmente a la alianza. Estos dos poderes años después se enfrentarían en la
Primera Guerra Mundial.
Todos estos movimientos
estratégicos en Europa tenían como telón de
fondo una serie de conflictos y disputas imperiales ultramarinas y
dentro de la propia Europa que sirvieron como caldo de cultivo para la gran
conflagración. Francia había resultado vencida por Alemania en la guerra de
1870, Francia, España y Alemania tenían disputas pendientes en el norte de
África, por otro lado estaban los serbios reclamando la creación de una Gran Serbia enfrentada
a la anexión de Bosnia-Herzegovina por parte del Imperio Austro-Húngaro, y en
el oriente se libró la guerra Ruso-Japonesa de 1904. Hay todo un largo etcétera
de situaciones inflamables que unidas todas a la ceguera de los dirigentes de
aquella época precipitaron el mundo a la guerra.
Exactamente cien años
después nos parece que solo estamos esperando el suceso equivalente al
asesinato del duque para lanzarnos a la aniquilación. Viejas potencias en
decadencia. Nuevos poderes que surgen. Los viejos se resisten a administrar su
decadencia y los nuevos reclaman su espacio. Hace veinticinco años nadie se
imaginaba el auge de Rusia, de manos de un hombre con todas las ínfulas de un
zar de la vieja Rusia, ni el crecimiento exorbitante que iban a provocar las
medidas iniciadas en China por Deng Xiao Ping. Los poderes occidentales no han
entendido, o no han querido entender, que los vientos soplan de otra manera,
que occidente, primero no tiene el derecho a imponer su política en el mundo y
mucho menos cuenta con la pujanza económica ni la fuerza moral para intentarlo.
Con lo único que cuentan es con un arsenal capaz de llevar a la humanidad a la
aniquilación total.
Tomemos únicamente el caso
de Ucrania, sin dejar de reconocer la peligrosidad de los demás conflictos,
especialmente los que enfrentan a occidente con el mundo musulmán. En el
conflicto de Ucrania lo que se ve y se promueve en el lado occidental,
liderados por EEUU y la Unión Europea, es un Putin que se ha anexado Crimea unilateralmente
y que este movimiento tiene como base el deseo del estadista ruso de establecer
una nueva Unión Soviética.
Lo que en realidad ha
ocurrido es que desde hace unos años la Unión Europea y EEUU están empeñados,
casi obsesionados, con la expansión de la OTAN hacia el este a pesar de las
señalas claras que han estado enviando los rusos de que no se van a dejar
cercar. Ejemplo de estas señales son la invasión a Georgia en el 2008 y la
rápida anexión de Crimea raíz de los acontecimientos en Ucrania.
Vemos entonces que las
decisiones que están tomando los que están a la cabeza de los países en
conflicto son tan irracionales ahora como las fueron las de sus pares hace cien
años cuando Europa fue a la guerra después de una serie de decisiones que no tomaron
en cuenta las situaciones reales en los lugares de conflictos, ni los cambios
en el balance de poder que estaban ocurriendo en la vieja Europa, si no que se
tomaron en base a los intereses particulares de los dirigentes de la época.
“Este es uno de los
problemas centrales a que se enfrentan todos los que trazan las políticas
exteriores: el interés nacional no es un objetivo que se persigue debido a una
presión ejercida desde el exterior, si no la proyección de los intereses
particulares de las elites políticas”. (Cristopher Clark. The Sleepwalkers: How Europe went
to war in 1914. HarperCollins Publishers. 1st Ed. 2014.
Pág. 190).
Es por esto que creemos
que las elites políticas del mundo industrial y post moderno nos están colocando peligrosamente a
las puertas de una gran guerra. No sabemos si al final primara la cordura o la
insensatez, pero estoy más seguro de esto ultimo…..
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