Alvin Reyes
Cada
Pueblo, cada grupo de seres humanos, nación país región del globo tiene sus particulares
características. Estas características, este legado cultural forjado por
generaciones, por décadas y siglos de convivir juntos es lo que les da sentido
a todo conglomerado humano. Las relaciones sociales, los matrimonios, la forma
de criar una familia y la manera en cómo se educan los hijos están determinadas
por ese conjunto de características únicas de cada cultura. Y si seguimos
extrapolando cada cultura tiene formas diferentes de hacer negocios, y cada una
de ellas tiene distintas escalas de valores sobre lo que es prioritario a la
hora de cultivar, a la hora de invertir a
la hora de crear.
Estoy
casi convencido de que en esto que se dice en el párrafo anterior radica uno de
los males principales del manejo de la economía mundial. Desde el banco mundial
y desde el FMI se trazan líneas, recetas económicas que se aplican a todos los
países por igual sin tomar en cuenta las
características más importantes de cada país, su idiosincrasia y sus valores.
Prueba de ello es el experimento económico de la Unión Europea. Se ha
desarrollado un esquema monetario y de negocios que no toma en cuenta que un
griego no puede pensar como un español y que un italiano ve la vida muy diferente
de un francés y que lo que funcionó en un país puede que no resulte en otro
porque en el entorno cultural de este último no sea aplicable la receta que
función en el primero.
“Cualquier filosofía de la historia que tome
en cuenta la diversidad humana y natural debe reconocer que el proceso
selectivo ha alcanzado su grado más alto en el hombre y que cualquier modo de
organización de las actividades humanas que limite las posibilidades de
creación, trascendencia, selección en favor de un sistema cerrado y completamente
unificado no será más que un esfuerzo por frenar la evolución de la cultura humana.”
(Lewis
Mumford. The pentagon of power. Harvest/HBJ Book. 1970. pág. 159).
Es
por eso que creo que independiente del sesgo ideológico que uno pudiese temer con
el partido que ha resultado ganador en Grecia, Siritza, es necesario que este
tipo de manifestaciones se den dentro del seno de los pueblos para que ellos
sean capaces de seguir su propio rumbo. Los hombres, los pueblos, las culturas
no son estáticas, de las crisis se sale a trompicones, experimentando creando,
no recibiendo recetas impuestas por un sistema cerrado, un sistema dirigido por
sacerdotes que solo sirven al dinero y que solo están conformes cuando unos números
fríos que se han inventado están dentro de los parámetros establecidos por los sumos
pontífices de la máquina.
Los
pueblos deben de sacudirse y si fracasa Siritza se verán sus errores y se seguirá
intentando, pero intentándolo aprenderemos. Y fracasará Podemos y puede
fracasar el Chavismo. Pero de esos fracasos es posible que los pueblos se fortalezcan porque es cada
pueblo el que hará su esfuerzo y entonces, liberados ya de las dictaduras económicas, seremos de verdad naciones
independientes no un conglomerados de borregos a la espera de la
decisión de una Troika.