La mayoría de los libros de Lewis Mumford (1895-1990) están ya sin circulación en castellano, por eso estos Textos escogidos aparecen en la Colección Exhumaciones de Ediciones Godot. Con prólogo y selección de Daniel Mundo, tenemos la oportunidad de introducirnos en la obra del gran urbanista norteamericano. En Preparación cultural, Mumford reconstruye magistralmente la invención del reloj y la lenta división del tiempo, primero en algunos fragmentos (el monasterio y el campanario) hasta llegar a nuestro día de veinticuatro horas de sesenta minutos cada una. Las agujas, antes de dar vueltas, señalaban la eternidad apuntando hacia el cielo, en lo más alto de las iglesias. El orden de las horas llegó con la orden benedictina, y con la división del tiempo, la división del trabajo. El proyecto tecnocientífico de dominación de la naturaleza fue explicitado por René Descartes en su Discurso del método, en el siglo XVII, cuando escribió que “conociendo la fuerza y las acciones” de todos los cuerpos que nos rodean, podríamos “hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza”. Es un texto que Lewis Mumford cita in extenso en su libro de 1934, Técnica y civilización. Antes de hacer una crítica al proyecto de dominación del planeta, Mumford observa que la motivación fundamental de los modernos consistía en “mejorar la condición del hombre”. Hoy sabemos que no se logró, que su éxito consiste todavía en la reproducción de la más escandalosa desigualdad a nivel mundial. Sin embargo, no desdeñamos el uso de nuevas tecnologías, al contrario. Menos sabios, menos hábiles que antes, nos adaptamos a la vida como podemos. En este contexto, leer a Lewis Mumford puede ser una invitación a recuperar eso que –desde que las máquinas tomaron un lugar equivocado en el curso de nuestras vidas– habíamos perdido: la iniciativa. Lejos de ponernos en contra de la máquina, Mumford nos devuelve al rincón humanista del nacimiento de la técnica.
En el prólogo, Daniel Mundo cita La ciudad en la historia, donde Mumford escribe: “Lo que define a una ciudad no es el número sino su arte, su cultura y su propósito político”. Es decir, no se trata de llevar la cuenta de los automóviles vendidos mes a mes, sino de observar su periplo cultural. En las horas cruciales que vive la ciudad de Buenos Aires hoy, con una Jefatura de Gobierno extraída del directorio de un grupo económico, las reflexiones de Mumford salpican frescura. Mundo, en una nota al pie a propósito de La carretera y la ciudad, escribe: “Las reflexiones ácidas que Mumford despliega sobre las planificaciones que se practican en las ciudades occidentales, y en particular las que se ejecutan en Nueva York, no pueden dejar de iluminar lo que se está produciendo en la Buenos Aires de principios de siglo XXI: la prosperidad económica aniquila la vida en común”.
Para Lewis Mumford, una ciudad no existe sólo como un montón de automóviles intentando llegar a destino, sino sobre todo a partir de las preocupaciones y el trabajo de los hombres. La ciudad debe ser pensada no a partir de los vaivenes de la industria automotriz y los fastuosos emprendimientos inmobiliarios sino a favor de los hombres y mujeres que la habitan y la recorren cada día.
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