viernes, 23 de mayo de 2014

Crecimiento económico y termodinámica.

Alvin Reyes

La energía total del Universo es una constante, la entropía aumenta hacia un máximo “
                              Rudolf Julius Emmanuel Clausius

La sociedad occidental moderna vive bajo un mito y todas las acciones de los gobiernos de esos pueblos están dirigidas a mantener ese mito vigente. El mito del progreso esta tan arraigado en la mentalidad occidental que dudo mucho que la mayoría de los lectores continúen después de esta línea.

En esta etapa de la historia en que nos encontramos el hombre ya ha conquistado todos los lugares del planeta e incluso ya se lanzó al espacio, hemos desarrollado tecnologías y avances económicos, que en termino de riquezas individuales hacen palidecer a las cortes de Europa de antes de la revolución francesa. Por todo el mundo occidental se levantan enormes edificios  en ciudades que compiten con el esplendor de la antigua Hampi, La Ciudad de la Victoria, durante el Imperio Vijayanagara  en la india, aunque ya no se construyen templos como los de Raja Raja, hoy se  construyen los templos de consumo donde los ciudadanos acuden a adorar los nuevos dioses de la moda, mecánica y la electrónica.

Y esto para muchas personas está bien claro acaso ¿No se desarrollan cada vez nuevas tecnologías que ahorran tiempo y abaratan costos?, ¿No salen al mercado cada día nuevos medicamentos, impensables, hace unas décadas, para prolongar la vida de los seres humanos? Y los automóviles de hoy, ¿acaso son comparables a los automóviles que cruzan las calles hoy con los de hace treinta años, no digamos ya con los coches a caballo? Entonces ¿de dónde salimos nosotros con la idea de que el progreso es un mito?.

El problema con el estado actual de la economía es que se nos ha vendido la idea de que el progreso es lineal, indetenible e inacabable.  Tarde o temprano una sociedad que haga las cosas de manera “correcta” transitara  por la senda del progreso y lo hará indefinidamente para felicidad de todos los ciudadanos. Pero nosotros tenemos un problema con este planteamiento.

El mundo orgánico  nos enseña que la naturaleza tiene sus  leyes muy definidas y que nosotros, en cuanto humanos, estamos sometidos inexorablemente a esas leyes. Y uno de los problemas con el proceso y el crecimiento económico infinito, para felicidad de toda la humanidad, es que se ha olvidado de las lecciones del mundo orgánico y de la naturaleza. Así nos dice Lewis Mumford que “A diferencia de los modelos orgánicos del movimiento a través del espacio y el tiempo, el ciclo del crecimiento y la decadencia, el movimiento de balanceo del bailarín, la exposición y el retorno de la composición musical, el progreso era un movimiento hacia el infinito, un movimiento sin perfección ni fin, un movimiento por el movimiento”. (Lewis Mumford. Técnica y Civilización. Alianza editorial 1992. Pág 207).

Es por eso que la doctrina del crecimiento económico choca de frente con una serie de leyes fundamentales de la naturaleza como son las leyes de la termodinámica. Tenemos un sistema económico mundial dominante que para mantenerse en funcionamiento requiere de un crecimiento infinito. Pero para mantener ese crecimiento infinito se necesita energía para mantener la maquina en funcionamiento produciendo todos los bienes de consumo que, al venderse, generaran las ganancias económicas que mantendrá el ciclo cerrado de producción-consumo-ganancia. Este planteamiento choca de plano con la primera ley de la termodinámica.  Como dice Michael Rupert en el documental “Colapso” Toda la economía global no se puede mantener. Requiere un crecimiento infinito......pero un crecimiento infinito choca con una energía finita. La primera ley de termodinámica: La energía no se puede crear ni destruir.”

O sea lo único que podemos hacer es transformar una forma de energía en otra. Así podemos quemar la energía solar acumulada en los fósiles para poder mover el mundo, pero no podemos de ninguna manera crear energía de la nada cuando se acabe el petróleo. Lo mismo con la energía nuclear, lo que hacemos es transformar la energía que une los átomos en calor para calentar agua que mueve unas turbinas. No podemos crear cuando las fuentes empiecen a agotarse y además en cada proceso un cantidad de energía se desperdicia, se hace inutilizable.

La segunda ley de la termodinámica nos dice que   en toda transformación de energía una porción de la misma se degrada y se convierte en “energía de desecho”. La “energía de desecho” no está disponible y se pierde. Por ejemplo cuando se utiliza la  gasolina en el motor de un automóvil, una parte de la energía realiza trabajo útil, para mover los pistones, otra porción calienta el motor y el entorno, y la parte restante sale por el tubo de escape. La energía útil se degrada a formas no útiles y no está disponible para realizar de nuevo el mismo trabajo, como impulsar otro automóvil.

La idea de que la energía ordenada tiende a transformarse en energía desordenada está contenida en el concepto de entropía. La entropía es una medida de la cantidad de desorden. Si el desorden aumenta, la entropía aumenta. La segunda ley de la termodinámica establece que en los procesos naturales la entropía aumenta siempre a la larga. Las moléculas de gas que escapan de un frasco pasan de un estado relativamente ordenado a un estado desordenado. Con el tiempo, las estructuras organizadas se convierten con el tiempo en ruinas desorganizadas. Las cosas se echan a perder por sí solas. Siempre que se permite que un sistema físico distribuya libremente su energía, lo hace siempre de tal modo que la entropía aumenta y la energía disponible en el sistema para realizar trabajo disminuye. 

Así que estamos viviendo en un esquema de desarrollo económico y financiero que exige para mantenerse de un crecimiento infinito. En un mundo de energía finita y de entropía en aumento este paradigma choca contra algo más poderoso que el dinero. Más nos vale que le hagamos caso a Adam Smith y gastemos de manera prudente ante de que las leyes de la termodinámica nos hagan pagar caro nuestro gasto sin freno de energía.

     ( 


viernes, 2 de mayo de 2014

La visión de la historia

Alvin Reyes

En un libro escrito en 1947 el historiador inglés Arnold Toynbee afirma lo siguiente “Nuestra actual perspectiva occidental sobre la historia es sumamente contradictoria. Mientras nuestro horizonte histórico se ha ido ampliando en gran medida tanto en la dimensión espacial como en la temporal, nuestra visión histórica se ha ido contrayendo rápidamente la limitado campo de lo que ve un caballo entre sus anteojeras, o un capitán de submarino a través de sus periscopio”. (Arnold Toynbee, La civilización puesta a prueba. Emece Editorial Buenos Aires. Ed. 1954. Pág. 141).
67 años después de que el insigne historiador escribiera la cita anterior esa afirmación es más valida que nunca y lo que es peor le puedo añadir que es una visión sesgada  y estrecha a propósito. Solo vemos lo que queremos ver en un momento dado si esto conviene a los intereses geopolíticos de las potencias.
Como un ejemplo podemos ver el caso actual del conflicto en Ucrania lo que se ve y lo que nos dice es que Rusia, con Putin a la cabeza, esta intentando por todos los medios de anexarse a Ucrania y todos sus territorios en una política expansiva y que lo que se intenta es reconstruir la Unión Soviética. Esa es la visión histórica que interesa. Puntual. Sesgada.  Cuando en realidad “La relación de Ucrania y Rusia es aún más compleja. En cierto modo, Ucrania es el corazón de la cultura, la religión y la ortografía rusa. Kiev fue mucho más importante que Moscú, antes de que esta convirtiera en la pieza central del imperialismo moscovita.” (Uri Avnery en http://www.acento.com.do/index.php/blog/13042/78/Dios-bendiga-a-Putin.html).
Otro ejemplo de lo que queremos ilustrar de nuestra sesgada visión de la historia se refiere a la relación de occidente con el Islam. A cualquier ciudadano occidental medianamente informado que se le pregunte afirmara que los musulmanes son unos terroristas que nos odian y envidian nuestra democracia y que su fin último es destruir el modo de vida occidental.
Pero entonces uno se pregunta, ¿es esta visión histórica del Islam y del mundo musulmán del todo cierta? O mejor, ¿esta visión de la historia de las relaciones de occidente y el islamismo logrará algún día que haya paz? Si no comprendes la historia de tu adversario, si no haces a un lado tu visión sesgada de la historia es difícil llegar a un entendimiento que de fin a los conflictos. En un mundo con tantos retos por delante, con amenazas reales que gravitan sobre nuestra civilización no sería mejor hacer un alto y revisar nuestra visión de la historia a fin de poder tener más claro hacia dónde va el futuro de la humanidad. Mientras solo nos atengamos a las bocinas propagandísticas, de ambos lados, los conflictos se seguirán acentuando y las posibilidades de que nuestra civilización colapse serán cada vez más altas.