miércoles, 29 de febrero de 2012

En manos de la maquina: Los teléfonos inteligentes prolongan la jornada laboral


Por Iván Abreu Anaya. Publicado en Tendencias 21.

Es la hora de salida en la oficina, y usted coge su abrigo y se mete en su coche rápidamente, no sin antes sincronizar el Bluetooth de su teléfono al coche para hacer una llamada rápida a algún cliente, de camino a casa. Se detiene en el supermercado y, mientras espera su turno, toma su móvil y responde algún mensaje de correo electrónico. Llega a casa, se sienta a cenar y se esfuerza por resistirse a la luz roja intermitente de su smartphone.

Termina la cena: es hora de revisar su correo electrónico una vez más, recoger los platos, y sentarse en el sofá frente a la televisión con el ordenador en su regazo, por supuesto. Sólo unos últimos mensajes de correo electrónico y, a continuación, es hora de dormir. En unas horas habrá que despertarse y repetir la misma rutina.

Bienvenidos al nuevo mundo del trabajo, donde la hora del final de jornada laboral no existe. Se trata de un mundo en el que los teléfonos inteligentes y ordenadores portátiles, dispositivos que supuestamente nos permiten trabajar más rápido, de manera más eficiente y en un tiempo más flexible hacen que estemos conectados durante 24 horas, siete días a la semana, a nuestra realidad laboral.

Esta situación no sólo genera la dificultad de mantener los límites personales con el trabajo, porque nuestras vidas y las responsabilidades laborales están entrelazadas por la tecnología, sino que también nos somete a una intensa presión por parte de las empresas para que estemos siempre disponibles, para dar respuesta inmediata a las llamadas y correos electrónicos fuera del horario normal de trabajo.

¿Dónde establecer el límite?

Según una encuesta reciente difundida por Knowledge@Wharton y realizada por Neverfail, una compañía de software especializada en la protección de datos, el 83% de los trabajadores profesionales confirman que consultan el correo electrónico después del trabajo. Dos terceras partes utiliza un teléfono inteligente o el ordenador portátil durante las vacaciones para solventar problemas de oficina, y más del 50% envía mensajes de correo electrónico durante una comida en familia o con amigos.

Sin embargo, "los jefes están reconociendo que es contraproducente que los empleados no establezcan límites", señala el experto Stewart Friedman, profesor de la Universidad de Wharton en Pensilvania. "Las personas están empezando el proceso de aprender a crear límites, que además son muy útiles para prestar atención a las cosas que en realidad importan, cuando son importantes”. En otras palabras, establecer prioridades.

Otro estudio publicado a principios de este mes de febrero por investigadores de la Universidad de Chicago Booth School of Business reveló además que la mayoría de la gente considera que el Facebook, Twitter y el correo electrónico son más difíciles de resistir que el tabaco y el alcohol.
“Poderosos” frente al resto

Según Carolyn Marvin, profesora de la Universidad de Pennsylvania Annenberg de Comunicación que realiza investigaciones sobre el impacto social de tecnologías en la comunicación, nuestra adicción a los dispositivos digitales tiene más que ver con una necesidad subyacente de sentirse querido e importante. Por ello, nos resulta importante "ser un miembro exitoso de la sociedad de clase media y mostrar nuestra poder y dedicación a la labor profesional, además de estar disponibles a todas horas del día", señala Marvin.

Y, sin embargo, esta dedicación a nuestros puestos de trabajo no se traduce en una mayor productividad: ordenadores, teléfonos móviles y el flujo constante de información sólo pueden causar estragos en nuestra concentración. Según los expertos, las personas que regularmente están bombardeados con diferentes tipos de información electrónica no prestan atención, y no logran realizar una tarea tan rápido como aquellos que prefieren completar una labor cada vez.

"Ser capaz de desconectar del trabajo tiene grandes beneficios para la salud y la productividad", afirma Jennifer Fraone Sabatini, directora adjunta del Centro de la Universidad de Boston para el Trabajo y la Familia. "La cuestión no es tanto el número de llamadas o mensajes de correo electrónico que atienda después de las horas de oficina, se trata de si tiene o no el control sobre su tiempo, si usted tiene la capacidad de apagar y encender cuando lo desee sin que esto le genere estrés", añade Fraone.

El hecho es que el trabajo y vida personal están muy entrelazadas, y tenemos que trabajar para conseguir congeniar ambas cosas sin que ninguna perjudique aspectos de nuestra cotidianidad. Conseguir límites y disfrutar de nuestro tiempo libre dará también mejores resultados cuando volvemos a la rutina laboral cada día y, lo mejor de todo, nos permite librarnos de un estrés innecesario.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Retrofuturismo


Por Christian Ferrer. Publicado en Revista Artefacto.

Hay en el mundo más mercancías desechadas que bienes en uso. Se oxidan en los basurales, se las encuentra en las altas montañas, flotan en las corrientes marinas, se hunden en la tierra presionadas por mayores túmulos de residuos y escoria –y la contaminan. Es el reino de la obsolescencia. La fecha de vencimiento de un producto, o bien el lanzamiento de ultimísimos modelos de tecnologías cotidianas, desbarranca al inmediato predecesor hacia el río del olvido. No vuelven, aún cuando a veces son recicladas en algunos países africanos o en los mercados de pulgas. Quizás sea la prueba de que la dinámica del progreso es absurda: en el próximo pasado un derroche de esfuerzo y dinero, y quien no llega al futuro se pierde lo que viene, que siempre es mejor. Incluso a un dios poderoso le costaría mucho esfuerzo volver a reponer en escena todos los objetos tecnológicos que han sido dejados de lado por la historia, pero al mercado no.


Recientemente se ha rescatado de su sepultura a la vieja y sólida máquina de escribir, que por más de cien años reinó en los escritorios, para ser acoplada a la pantalla de la computadora a modo de teclado. Pero la noticia no supone una oferta para recalcitrantes o melancólicos. Ocurre a veces que elementos perimidos son recuperados, como sucedió con la luz de neón en la década de 1980. La moda suele rastrillar el pasado para satisfacer nichos de mercado o la mera nostalgia. En este caso no se trata de una reposición que conduzca ameditar acerca de la rueda de hámster de la actualización tecnológica permanente ni en el alegre abandono de lo que podría haber seguido siendo usufructuado con una mínima inventiva industrial. No suscita pensamiento, sino complacencia por la nueva posibilidad de dispendio. Aunque factible, la cosa tiene aspecto de engendro chic.

Es curioso: el objetivo de quienes proyectaron las primeras máquinas de escribir era desarrollar un método de escritura para ciegos, pero la patente y la comercialización quedaron a cargo de la Compañía Remington, que se dedicaba, en Norteamérica, a la producción de escopetas y rifles, amén de municiones. Luego, la exitosa diseminación de la máquina de escribir dependió del aumento de los intercambios comerciales y de la alfabetización masiva, es decir de la oficina y de la escuela, igual que sucede ahora con las computadoras y con Internet (también originada en un sistema de defensa ideado por el Pentágono), cuya manipulación se aprende a muy temprana edad y se amortiza en la edadadulta en los procesos laborales, es decir acrecentando la productividad del trabajador.

La máquina de escribir está muerta, ya no se fabrica más. No puede revivir, ni siquiera a título de aplique mecánico para una red de conexiones electrónicas. Hoy es la computadora el juguete universal de niños, gente grande y ancianos. Pero escribir es faena de otra índole. El porvenir difícilmente se interese por la megamasa de datos, informaciones y textos que estamos amontonando en la actualidad, sino por palabras más eternas, del mismo modo que de las antiguas tablillas de arcilla desenterradas por arqueólogos nos importa más el fragmento de una odisea o de una teogonía que los inventarios y las partidas contables. La escritura significativa no es efecto del acople de teclado y papel o pantalla, aunque quizás sí lo sean la prolijidad y la rapidez, especialidades de las dactilógrafas de antaño.

viernes, 17 de febrero de 2012

Paul Virilio y la Máquina de visión


Por Jaime Alejandro Rodríguez Publicado en Javeriana.edu.co

Virilio es un magnífico ejemplo de resistencia a lo que él mismo llama “tecnologías de la percepción y de la representación”. En general, el planteamiento de Virilio consiste en valorar negativamente la mecanización de la percepción, hasta el punto de pensar que ese proceso no sólo afecta la percepción misma, sino su procesamiento (el lugar de la formación de las imágenes mentales y el de la consolidación de la memoria natural) y luego su interpretación, es decir, el sentido mismo de realidad. Virilio imagina que el último paso de ese proceso cultural de mecanización de la percepción (que consiste en una carrera de velocidades entre lo transtextual y lo transvisual), será la puesta a punto de una maquina de visión, es decir, la delegación a una máquina del análisis de la realidad objetiva. Desde el recuento del proceso que realiza Virilio es posible replantear asuntos que hemos tratado ya en el trabajo, como la aparición del pensamiento relativista y sus consecuencias: la era del espectador y también algunos procesos de democratización y anarquismo. Su preocupación más grande es el horizonte totalitario de la manipulación mediante la imagen codificada, y sus formas vulgares: la propaganda y la publicidad.

En el capítulo titulado La amnesia tipográfica, Virilio afirma, por ejemplo, que la multiplicación, en nuestros tiempos, de las prótesis visuales y audiovisuales y la utilización de estos materiales desde la infancia está ocasionando la codificación, cada vez más laboriosa, de imágenes mentales con tiempos de retención reducidos y sin gran recuperación ulterior, es decir, “la desaparición de la capacidad mnésica”. Desaparición que también puede entenderse como una especie de rechazo de la conciencia y/o un crecimiento de la impotencia del individuo, en la medida en que la mirada ya no precede al gesto o a la palabra: como lo que se mira ya no está al alcance de la mano, no puede inscribirse en la operación del “yo puedo”: ya no alcanzo todo lo que veo, es decir ya no puedo hacer todo lo que veo:

La logística de la percepción destruye, de hecho, lo que los antiguos modos de representación conservaban de ese gozo original idealmente humano, de ese “yo puedo” de la mirada... (Virilio, La máquina de visón, 19).

Estaría produciéndose, pues, un daño que Virilio cree irreparable para la conciencia humana: la aparición de una visión disléxica que estaría provocando una especie de estupidez neonatal: “caricatura casi lastimosa de la visión de los primeros días de la vida”, en la que sólo hay homogeneidad, series de impresiones visuales carentes de significado.

De otro lado, con el surgimiento de lo que llama Virilio la logística de la percepción (la carrera de invención de instrumentos ópticos que va desde el lente hasta el vídeo, pasando por el telescopio, la fotografía y el cine) ya no se puede hablar de una herencia de imágenes sino de un “eugenismo de la mirada”: una diversidad que ya no se relaciona ni con el antes ni con el después.

Todo esto favorece, no la ampliación misma de la percepción y de algún poder cognitivo del hombre, como creen los promotores y vendedores de estas técnicas de comunicación visual y sus aparatos, sino la manipulación de la conciencia, a través de la publicidad y la propaganda que encuentran en la proyección de imágenes fáticas (imágenes que fuerzan la mirada y retienen la atención) una estrategia muy efectiva para “convencer a la gente de lo que sea”:

Durante la primera mitad del siglo, este tipo de imagen se extenderá al servicio de poderes totalitarios o políticos o económicos en los países aculturados o desestructurados, o dicho de otro modo, en las naciones en estado de menor resistencia moral o intelectual (Virilio, La máquina de visón, 27).

Virilio termina este capítulo, recordando cómo desde la Edad Media hasta nuestros días una importante corriente artística de occidente no sólo ha intentado valerse de la instrumentación óptica, sino que ha asimilado su lógica para explorar nuevas formas, pero que habría, según Virilio, terminado estrellándose contra el nihilismo, contra una pérdida de “la fe perceptiva”:

En occidente, la muerte de Dios y la muerte del arte son indisociables y el grado cero de la representación no hace más que llevar a cabo la profecía enunciada mil años antes por Nicéforo, patriarca de Constantinopla, durante la querella iconoclasta: “Si se suprime la imagen, no sólo desaparece Cristo, sino el universo entero” (Virilio, La máquina de visón, 30).

Es como si una especie de correlación congénita entre el orden (social y cultural) y la imagen natural se hubiera destruido progresivamente a partir del momento en que entró en dinámica la ampliación de las posibilidades perceptivas que, a través de la historia, han venido ofreciendo las diversas técnicas de representación, las cuales ya no exigen la laboriosidad ni el procesamiento inherentes a la visión directa formada por la retina gracias a la luz. Esos intermediarios de la percepción (el lente, el objetivo, etc.) habrían, pues, atrofiado nuestra conciencia, nuestro ser en el mundo, lo habrían, paradójicamente, oscurecido.

Curiosamente, la promoción de la logística de la percepción se suele hacer en función de la claridad, es decir de la objetividad que ofrecería la técnica. Pero es esa objetividad, en cuanto pone precisamente en peligro el papel y el valor de la subjetividad, la que termina convirtiendo la logística de la percepción en una amenaza, hasta hacer pensar a Virilio en la posible delegación de la función “humana” de interpretación de la realidad a una maquina.

En el capítulo Menos que una imagen, Virilio vincula la logística de la percepción con el nacimiento y desarrollo del pensamiento relativista que afecta por igual a la ciencia, al arte y a la cultura. En efecto, si la percepción de la realidad depende del instrumento que yo utilice, si los instrumentos “naturales”, de percepción son inadecuados o imprecisos, es posible afirmar que “todo es una ilusión”, que todo depende de la capacidad de observación. Habría incluso una perfecta justificación de la carrera de los instrumentos ópticos por ofrecer al hombre, como decíamos antes, posibilidades de liberación de la subjetividad amarrada a su vez a un aparataje inadecuado de percepción. Liberación tanto en el ámbito de lo cognoscitivo, como en el ámbito del pensamiento y, más allá, de la política: aceptar los limites de nuestra percepción es denunciar también la fragilidad de los órdenes dispuestos alrededor de ella, es develar un modo de manipulación basado en una forma de pensar absolutista. Es, en fin, poner en tela de juicio la legitimidad del universo. Ya sabemos todo lo demás: relativismo a ultranza, guerra al logocentrismo, deconstrucción, etc., hasta llegar a la afirmación (ya conocida y repetida en este trabajo) de que la democracia resulta poco posible sin medios técnicos de información adecuados para el mundo moderno.

Pero Virilio ofrece la otra cara de la moneda: si todo es ilusión, y aceptamos esa premisa, de nuevo el escenario para la propaganda queda abonado. La fotografía primero y después del cine (especialmente en su corriente documentalista), en cuanto actividades que ofrecen objetividad, imágenes del fatum, de lo ya hecho, van imponiendo una lógica que terminará (gracias al factor de fe en un progreso técnico ineluctable) siendo un dogma (afectando, por tanto, la verdad, es decir, la claridad). Ese dogma alcanza su máxima expresión, según Virilio, en el paso de una creencia en la “objetividad del objetivo” a una creencia en “la inocencia de la cámara”.

En relación con el arte, esta creencia tiene también un fin paradójico. Es cierto que los sentidos son limitados, pero estos vehiculan una lógica, la lógica de lo interior, que si bien es relativa, posee leyes que le son propias y que hacen del ejercicio artístico una especie de religión, de misterio. Pretender que la claridad y la objetividad que ofrecen los medios mecánicos de percepción pueden mejorar la capacidad de representación, conduce al nihilismo, a una descreencia de lo poético, al fin del arte:

Con la ubicuidad instantánea de la teletopología (las imágenes al alcance de todos), el cara a cara inmediato de todas las superficies renfringentes, la puesta en contacto visual de todas las localidades, la larga errancia de la mirada se termina; para la nueva esfera pública, el portador poético ya no tiene ninguna razón de ser, la “alas del deseo” de occidente, se repliegan inútiles... (Virilio, La máquina de visión, 45).

Más luz es, por lo demás, más conocimiento de lo íntimo, de lo personal, de lo oscuro: la fotografía, como el cine y ahora el vídeo tienen una capacidad de arrojar luz, es decir, de ofrecer conocimiento de eso oscuro, y esto, para Virilio, puede traducirse (de hecho así lo demuestra en su capitulo La imagen publica) en procedimientos de delación y de vigilancia que afectan no sólo los métodos policiales y judiciales, sino los artísticos mismos: es el nacimiento y justificación del hiperrealismo, pero también del terrorismo totalitario.

Ahora, esa objetividad del objetivo, esa inocencia de la cámara, habría, según Virilio, preparado también otro escenario: el de la desaparición del autor, o lo que él mismo llamará el escenario de una “estética de la desaparición”, es decir de la dilución de los marcos y fronteras propios del arte tradicional. Si es suficiente con montar imágenes, entonces ya no se necesita a alguien “detrás de la cámara”; la cámara hace lo que tiene que hacer: observar; lo demás, lo hará el lector.

A partir de un recuento de los efectos crecientes de un cine documentalista, Virilio en el capítulo: Candorosa cámara, da cuenta de este proceso que podría ayudar a comprender lo que desde otros ámbitos ha dado en llamarse “la era del lector”. Captar, no reconstruir, es la premisa de esta estética de la desaparición que intenta demostrar la mentira ideológica del arte y que propone la igualdad de todos los hombres en la interpretación, en la reconstrucción subjetiva, no en el momento de la captación de la realidad. En la medida en que la subjetividad de la producción resulta siempre elitista, y por lo tanto antidemocrática, la subjetividad en el consumo es reivindicada como un deseable ejercicio de libertad.

Virilio, sin embargo, insiste en que la interpretación puede ser de todos modos, manipulada, que el lector puede ser movilizado hacia los objetivos de alguna causa y es aquí donde radica el peligro real de la logística de la percepción, no en el deseable ejercicio de libertad del observador, sino en la manipulación con la que puede ser recortada esa libertad. Aún si la manipulación del autor desaparece, el lector queda a merced de los intereses ideológicos con los que se “ambienta” el supuesto producto neutro.

Pero el peligro mayor está quizás en la capacidad técnica para formalizar la conciencia. Según Virilio, en el capítulo La máquina de visión, el proceso de automatización de la percepción ha llegado a un momento de máxima maduración y podrá ahora incluir además de la visión artificial, la delegación a una máquina del análisis de la realidad objetiva: la percepción asistida por ordenador:

Después de las imágenes de síntesis, productos de una lógica infográfica, después del tratamiento de imágenes numéricas en la concepción asistida por el ordenador, ha llegado el tiempo de la visión sintética, el tiempo de la automatización de la percepción. ¿Cuáles serán los efectos, las consecuencias técnicas y prácticas de nuestra propia “visión de mundo”, de esta actualización de la intuición de Paul Klee? (Virilio, La máquina de visión, 81).

Es como si Virilio presintiera que ya no sólo se automatiza la percepción misma, sino, ahora, la elaboración ulterior, la interpretación y el pensar.

Para Virilio, el proceso va desde el paso de una lógica formal de la imagen artística tradicional a una lógica dialéctica, propia de la fotografía y el cine, y luego a una lógica paradójica (la del vídeo y la infográfica). La dificultad consiste en que aún no somos capaces de asimilar la virtualidad de estas imágenes de lógica paradójica (como sí asimilamos ya la realidad de la lógica formal y la actualidad de la lógica dialéctica). Esa presencia paradójica de la virtualidad es un dato que nuestra conciencia no puede procesar, pero que nos deja preparados para una manipulación como la que se ha dado, en el ámbito político, con el estratagema de la disuasión: esa estrategia que consiste en mostrar lo que le podría suceder al enemigo si no acepta ciertas condiciones, y que en el ámbito cotidiano, de cierta manera sutil, estamos sufriendo con la publicidad:

Ahora se comprende mejor la importancia decisiva de esta “nueva logística de la percepción” y el secreto que la continúa rodeando. La guerra de imágenes y sonidos que suple la de los objetos y las cosas donde, para ganar, basta con no perderse de vista. Voluntad de verlo todo, de saberlo todo, en cada instante, en cada lugar; voluntad de iluminación generalizada, es otra versión científica del ojo de Dios, que prohibiría para siempre la sorpresa, el accidente, la irrupción de lo intempestivo (Virilio, La máquina de visión, 90).

¿No son estos los peligros del Internet y del hipertexto, en la medida en que estos objetos estarían ligados a la nueva logística de la percepción, a ese deseo de iluminación generalizada que paradójicamente causa cierta “ceguera”; esa ceguera que consiste, según Virilio, en la pérdida de la fe perceptiva, en la automatización de la percepción que amenaza el entendimiento?

En esta era de la simulación generalizada, de la presencia paradójica de lo virtual, la máquina de visión de Virilio, constituye algo así como el símbolo del agotamiento del principio de realidad, según el cual se estaría sustituyendo la realidad natural de la experiencia clásica por una realidad artificial, “como si nuestra sociedad se hundiera en la noche de una ceguera voluntaria, que terminará por infectar el horizonte del ver y del saber” (Virilio, La máquina de visión, 98) .

martes, 14 de febrero de 2012

La maquina y la guerra: Proyecto para controlar la mente de soldados en EEUU


Despues de inventar los drones que es la maxima expresion de la guerra automatica, ahora quieren convertir a los soldados en maquinas automaticas de guerra, una vez mas el factor humano queda fuera, despojando al hombre de la compasion y convirtiendolo en una maquina analitica que solo calcula porcentaje de riesgos y donde las victimas son solo cifras. (Alvin Reyes)

Publicado en: CubaDebate

Los soldados podrían tener sus mentes conectadas directamente a sistemas de armas, divulgó The Guardian, que cita un informe de la Royal Society.

Para ello se tendrían que someter a escáneres cerebrales durante el reclutamiento y tomar cursos de estimulación neuronal para mejorar su aprendizaje. Todo esto ocurriría si las fuerzas armadas de Estados Unidos adoptaran los últimos avances en neurociencia para perfecccionar el desempeño de sus tropas.

Estos escenarios se describen en un informe difundido por la Royal Society, la academia nacional de ciencias británica, que también pone de relieve una serie de problemas legales y éticos en las innovaciones que este campo puede aportar.

El informe, publicado por el periódico británico The Guardian, afirma que aunque se espera que el rápido avance de la neurociencia beneficie a la sociedad y mejore los tratamientos para las enfermedades cerebrales y mentales, “también tiene aplicaciones importantes en seguridad que deben ser cuidadosamente analizadas.”

El hecho es que la neurociencia tiene un potencial enorme. El presidente del grupo de trabajo del informe, Rod Floc, afirma que “la neurociencia tendrá un mayor impacto en el futuro”, ya que la gente puede ver una gran cantidad de posibilidades en ella, pero hasta el momento muy pocos se han abierto camino a través de su uso efectivo.

Muchos científicos permanecen casi ajenos a los usos duales de su investigación, pero algunas técnicas usadas ampliamente en la neurociencia están a punto de ser adoptados por los militares para mejorar la formación de los soldados, pilotos y demás personal.

Un creciente cuerpo de investigación sugiere que el pasar débiles señales eléctricas a través del cráneo, mediante la estimulación transcraneal de corriente directa (tDCS), puede mejorar el rendimiento de la gente en algunas tareas.

Un estudio citado por el informe describió cómo los neurocientíficos estadounidenses emplearon tDCS para mejorar la capacidad de las personas para detectar bombas en las carreteras, francotiradores y otras amenazas ocultas en un programa de realidad virtual de formación utilizado por las tropas de Estados Unidos con destino a Oriente Medio.

“Los que tenían tDCS aprendieron a identificar los objetivos mucho más rápido”, dijo Vince Clark, un neurocientífico cognitivo y autor principal del estudio en la Universidad de Nuevo México. “Su precisión era el doble de rápida que los que tenían la estimulación cerebral mínima”. Realmente se sorprendió de que el efecto era enorme.

Clark, cuya amplia investigación sobre tDCS podría conducir a terapias radicales para las personas con demencia, trastornos psiquiátricos y dificultades de aprendizaje, admite mucha tensión al saber que la neurociencia será utilizado por los militares.

Como científico, no me gustaría que alguien resultara herido por mi trabajo. Quiero reducir el sufrimiento, para hacer del mundo un lugar mejor, pero hay personas en el mundo con intenciones diferentes, y no se cómo lidiar con eso.”

Uno de los escenarios más chocantes del informe implica el uso de dispositivos llamados interfaces cerebro-máquina (BMI por sus siglás en inglés) para conectar el cerebro de la gente directamente a la tecnología militar, incluyendo aviones no tripulados y otros sistemas de armamento.

Los autores subrayan las preocupaciones éticas y legales que involucra el uso de un BMI por los militares. Flower, un profesor de farmacología del Instituto de Investigaciones William Harvey en Barts y el hospital de Londres, dijo: “Si usted está controlando un avión no tripulado y dispara al blanco equivocado o bombardea una boda, ¿quién es el responsable de la acción? ¿Es usted o el índice de masa corporal?

“No hay un desdibujamiento de la línea entre la responsabilidad individual y el funcionamiento de la máquina. ¿Dónde se detendrá y comenzará la máquina?

(Con información de Europa Press y The Guardian)

Si quieres saber mas:

How dementia drugs could be used by the military

Neuroscience could mean soldiers controlling weapons with minds

sábado, 11 de febrero de 2012

En Manos de la maquina: Despido de trabajadores


La maquina no tiene sentimientos, la maquina maneja números. Es racional. Cuando los números arrojan resultados negativos la maquina no tiene miramientos ni se anda con sentimentalismos. Como prueba de lo que estamos diciendo dejamos a nuestros lectores estas dos noticias:



NEC despedirá a 10,000 trabajadores para combatir el deterioro de sus cuentas
Publicado en: yucatan.com

TOKIO (EFE).- La compañía japonesa NEC anunció hoy que despedirá a 10,000 trabajadores este año como parte de una reestructuración dirigida a combatir el deterioro de sus resultados, afectados en parte por la fortaleza del yen.

Un portavoz del fabricante japonés de ordenadores y tecnología confirmó a Efe que el grupo recortará, entre trabajadores fijos y temporales, 7,000 empleos en Japón y 3,000 en el extranjero, lo que supone casi 10 por ciento de los más de 115,000 trabajadores que integran la compañía y sus filiales.

El anuncio de reestructuración de la empresa se produce después que la tecnológica anunciara hoy que prevé unas pérdidas de 100,000 millones de yenes (1,288 millones de dólares) en el año fiscal 2011, que termina el próximo 31 de marzo.

La previsión para 2011 de NEC supone un duro revés para la compañía, que en sus anteriores pronósticos había apuntado a que terminaría el año con un beneficio neto de 15,000 millones de yenes (193 millones de dólares).

Según la tecnológica, sus resultados se han visto perjudicados por un año marcado por la cautela de los consumidores y el pesimismo de los inversores en medio de las consecuencias globales de la crisis de deuda soberana en Europa.

Además, NEC estima que las graves inundaciones en Tailandia recortaron sus ventas en 22,000 millones de yenes (283 millones de dólares) y su beneficio operativo en 9,000 millones de yenes (116 millones de dólares).

Entre octubre y diciembre la compañía registró una pérdida neta de 86,500 millones de yenes (1.114 millones de dólares), muy por encima de los 26,500 millones de yenes (341 millones de dólares) que perdió en el mismo periodo de 2010.

También tuvo una pérdida operativa de 8.200 millones de yenes (106 millones de dólares) y una caída de sus ventas del 7.2 por ciento hasta los 669,000 millones de yenes (8,620 millones de dólares).

Entre abril y diciembre, primeros nueve meses del año fiscal, reportó una pérdida neta de 97,500 millones de yenes (1.256 millones de dólares), frente a los números rojos de 53,600 millones de yenes (691 millones de dólares) del mismo periodo de 2010.

Su pérdida operativa en los últimos nueve meses de 2011 fue de 1,400 millones de yenes (18 millones de dólares), por debajo de los 12,400 millones de yenes (160 millones de dólares) perdidos entre abril y diciembre del año pasado.

Las ventas en los últimos nueve meses de 2011 retrocedieron un 3.5 por ciento hasta los 2.11 billones de yenes (27,178 millones de dólares).

AstraZeneca recortará 7,300 empleos
Publicado en: El economista
Reuters

AstraZeneca recortará 7,300 empleos y prevé un descenso en las ganancias de un 14 a 18% este año, por el vencimiento de patentes de medicamentos claves y porque los gobiernos en Europa y Estados Unidos están ejerciendo presión sobre los precios.

El segundo fabricante en importancia de medicamentos de Gran Bretaña dijo el jueves que la última etapa de recortes, equivalente a un 12% de la fuerza laboral, proporcionaría un beneficio anual extra de 1,600 millones de dólares para fines del 2014. Costará 2,100 millones de dólares el implementarlo.

El fabricante de medicamentos anglo-sueco se enfrenta a la pérdida de exclusividad de muchos de sus medicamentos de mayor venta durante los próximos cinco años y posee pocas alternativas obvias en la cartera de productos en desarrollo.

El medicamento antisicótico Seroquel, su segunda medicina más importante, perderá la exclusividad de fabricación en Estados Unidos en marzo y también caduca su patente en los países europeos este año.

Como consecuencia, el presidente ejecutivo David Brennan ha estado reduciendo su negocio.
“Las esperadas nuevas pérdidas de exclusividad en el mercado transforman al 2012 en un panorama desafiante”, dijo.

La compañía ya ha implementado dos rondas de recortes que involucraron la pérdida de 21,600 empleos desde el 2007, lo que redujo su dotación mundial a 61,000 trabajadores.



jueves, 9 de febrero de 2012

Cantidad y maquinismo


Por Luis Araquistain. Publicado en filosofia.org

Luis Araquistáin Quevedo (Bárcena de Pie de Concha, Cantabria, 18 de junio de 1886 - Ginebra, Suiza, 8 de agosto de 1959) fue un escritor y político español. Miembro desde su juventud del Partido Socialista Obrero Español. Viajó por primera vez a los Estados Unidos del Norte de América desde fines de octubre a fines de diciembre de 1919, como delegado de la Unión General de Trabajadores de España, para asistir, entre otras cosas, a la Conferencia del Trabajo de Washington. Formaba parte de la delegación socialista, junto con Francisco Largo Caballero y Fernando de los Ríos. En 1921, escribió el libro “El Peligro Yanqui” del que reproduciremos el capítulo III del mismo para que veamos que estas preocupaciones hace tiempo que se están dando en mentes de diferentes épocas (Alvin Reyes).

La primera impresión de los Estados Unidos es de aturdimiento. Estamos en el reino de la cantidad. Todo es grande. Grandes son las casas, que buscan en el aire, perpendicularmente, una expansión que les niega la tierra, codiciada y cara, en un plano horizontal. Los hoteles son ciudades, y sus ascensores son trenes verticales. Grandes son las estaciones, que más parecen centros de comunicación del mundo entero que de un solo país. El puerto de Nueva York sugiere la impresión de ser el puerto de todo un continente, más que de una sola nación. Una preocupación cuantitativa domina en todas partes. Nadie aspira tanto a ser mejor que otro, a crear cosas mejores que otros, como a ser más que los demás. Frente a un hotel, frente a un periódico, frente a una fábrica, frente a una organización humana, la rivalidad y la competencia no se cuidan tanto de erigir un hotel mejor, un periódico mejor, una fábrica mejor, una organización mejor, como de levantar un hotel con más habitaciones, de fundar un periódico con más páginas, de construir una fábrica con más máquinas y más obreros, de elaborar una organización más numerosa. Se busca el «record», el número más alto, no la calidad. A los hombres se les mide por lo que representan numéricamente, por los millones que poseen, por los dólares que ganan, por los ejemplares de sus libros que venden, por la cantidad de valores materiales que significan. El éxito y la fuerza sociales lo determina el número o el volumen de sus posesiones.

La cantidad engendra necesariamente un intenso desarrollo del maquinismo. El ideal de la cantidad lleva fatalmente consigo la exigencia de su multiplicación y, por lo tanto, de su fluidez. Pero la fluidez de la masa sólo puede lograrse a fuerza de máquinas. Todo está aquí mecanizado, sujeto al maquinismo. Es rara la relación humana directa. El hombre apenas puede comunicarse con el hombre sino por el intermedio de una máquina. Lo requiere así el gran espacio ocupado por las construcciones cuantitativas y lo complejo de cada organización material. Nada puede hacerse sin el automóvil, sin el subterráneo, sin el ascensor, sin el teléfono. En los hoteles no hay, por ejemplo, servidumbre inmediata. No hay timbres. Lo que uno desee ha de pedirlo por teléfono a la central del hotel, y de allí se da la orden correspondiente. Los hombres sirven a las máquinas, y rara vez a los demás hombres. Tanto es así, que por el menor servicio habitual en un hotel, por traer un vaso de agua o por cualquier otro menester al uso, la costumbre obliga a remunerar cada vez este trabajo con una propina, como si se tratase de un servicio extraordinario. Esta reducción del trabajo humano en los servicios directos es consecuencia del maquinismo, y a su vez causa de su incremento y también causa de una mayor valoración del esfuerzo. El hombre es más exigente con el servicio prestado a una máquina que con el servicio prestado a un hombre. Así se explica que la mayor parte de la servidumbre en los Estados Unidos sea de negros y de inmigrantes; esto es, de gente dispuesta a una remuneración menor y a sufrir el rebajado concepto social que lleva aparejada esta clase de servicios. Pero la tendencia evidente es a la eliminación del trabajo servil directo. En muchos establecimientos públicos de comer y de beber, el cliente se sirve por sí mismo. Esta idea del propio servicio está ya tan arraigada en la conciencia de los norteamericanos, que a nadie sorprende. Al llegar a Nueva York había en curso una huelga de descargadores. La descarga de los baúles hubieron de hacerla los tripulantes del buque, con la lentitud y la impericia consiguientes. Los viajeros europeos se armaron de paciencia y esperaron a que sus equipajes fueran llegando al azar, o bien precipitaron la operación mediante el reparto de cuantiosas propinas a los mozos del barco. Los americanos, en cambio, se improvisaron esquiroles honorarios, y, provistos de carretas, fueron sacando sus equipajes con toda la naturalidad del mundo. Los automóviles particulares, en las ciudades americanas, rara vez van guiados por sus dueños, mujeres frecuentemente. El maquinismo ha libertado al hombre de una serie de prestaciones serviles, y con ello ha ganado su economía y su dignidad. Y allí donde aún rige, por la naturaleza del servicio, que hace inevitable el esfuerzo directo del hombre, el servidor se presenta al servido en una actitud de igual, cuando no de superior. Esto suele ser un semillero de enojos para los europeos, habituados a un régimen social de servidumbre histórica.

El maquinismo, hijo de una concepción cuantitativa de la vida, es a su vez padre del dinamismo, de la tiranía de la máquina sobre el hombre. Poco a poco, el hombre se va liberando aquí del hombre, de las derivaciones serviles de la antigua esclavitud; pero ha surgido una nueva esclavitud: la del ser humano frente a la máquina. Con el movimiento de la materia, el maquinismo arrastra también con el mismo compás a la gente. Una muchedumbre americana va siempre de prisa. Muchas veces, esta celeridad no es un medio para un propósito urgente, sino un fin en sí. Esta gente, que parece poseída de un impulso vertiginoso, tal vez va a una oficina donde no tiene otra cosa que hacer que distraer su ocio con la lectura de un periódico o de una novela de moda, tal vez se da esta prisa para dirigirse a un bazar donde nada piensa adquirir o donde sólo se propone descansar de la fatiga innecesaria. El ritmo del tráfago social es febril. Las máquinas dan la pauta. En un país poco mecanizado son los hombres los que dan la pauta a las máquinas, que van más despacio y funcionan con mayor irregularidad, casi podríamos decir con mayor independencia, como si se hubieran humanizado. Aquí, al revés, son los hombres los que parecen haberse mecanizado: sus movimientos y la mayor parte de sus actos tienen la uniformidad y la celeridad de las máquinas. Se ejerce el movimiento por el movimiento. Es una finalidad, y no sólo un proceso instrumental. El maquinismo europeo explica la sátira de Samuel Butler, en su famosa novela Erehwon, contra la tiranía de la máquina sobre el hombre; los Estados Unidos la justifican.

Bajo una primera impresión de superficie, falible y sujeta a corrección como todas las impresiones, sobre todo si son primerizas, ¿qué representan los Estados Unidos para un europeo? En el orden cuantitativo y mecánico sugieren la idea de que llevan a los pueblos de Europa, materialmente más progresivos, por lo menos medio siglo de ventaja. Esta civilización de cantidad y dinamismo no puede interpretarse como una variedad, como una particularidad de un pueblo, sino como un grado superior de desarrollo en el proceso universal; por lo tanto, para un observador con visión histórica no puede ser considerada como un tema puramente pintoresco, lo cual sería tan impropio como juzgar como pintoresco un tren porque se le contempla desde el punto de vista de una diligencia. Pero en un orden de calidad, de reflexión, de valores espirituales, de últimas concepciones sobre la sociedad y, en general, sobre la vida, los Estados Unidos producen la impresión de que necesitan alcanzar a Europa en una delantera equivalente a la que llevan en progreso material.