El hombre creó los Dioses
para rendirle culto.
Luego el hombre se hizo
Rey para hacer la voluntad de los
Dioses.
Y para dirigir los vasallos
se inventó el Estado.
Para administrar el
Estado, someter a los vasallos y explotar la naturaleza surgió la máquina.
Y los dioses dijeron
“Quiero un templo”.
Y la máquina inventó la
guerra para conseguir los esclavos que construyeron las pirámides.
La máquina siempre estuvo
al servicio del Estado, por y para la gloria del Rey.
Y luego para la gloria de
Mammón.
Durante siglos máquina y
Estado fueron uno. La máquina al
servicio del Estado, del emperador, del gobierno, del partido, de la nación.
Para conquistar territorios, para exterminar
naciones, para abrir mercados.
Pero hoy ya esto no es
así. Las corporaciones gobiernan y ahora el Estado está al servicio de la
máquina.
La máquina ahora sigue su
propia agenda, no le importan los nacionalismos ni los interese de los Estados.
Solo sigue el camino del beneficio económico.
Consideremos lo siguiente:
A pesar de ser compañías estadounidenses sólo
alrededor de una quinta parte de los empleados de IBM en todo el mundo son
estadounidenses y sólo el 40 por ciento de GE. La mayor parte de las últimas
contrataciones e inversiones de Caterpillar se han hecho fuera de los EE.UU. De
hecho, desde el año 2000, casi cada corporación multinacional americana grande
ha creado más puestos de trabajo fuera de los Estados Unidos que dentro. Si se
agrega a estos el número de sub-contratistas extranjeros, la diferencia es
aún mayor. (*)
Otro ejemplo.
Las empresas
"americanas" reciben créditos fiscales generosos y subvenciones para
la investigación y el desarrollo, cortesía de los contribuyentes
estadounidenses. Pero en la reducción de los costos de estas corporaciones de I
+ D en los Estados Unidos, los créditos fiscales y los subsidios pueden llegar
a proporcionar dinero adicional para que hagan más I + D en el extranjero. 3M está construyendo
centros de investigación en el extranjero a un ritmo más rápido de lo que les
está expandiendo en América. (*)
La máquina no tiene ya
nacionalidad la máquina se rebeló contra su creador, el Estado, contra los
Reyes, contra el ser humano. Ella, en la forma de las corporaciones, tiene su
propia agenda.
Y esta no incluye la
felicidad de los seres humanos.
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