viernes, 1 de febrero de 2013

El salto de Félix Baumgartner

Desde que Félix Baumgartner decidió saltar al vacio a una distancia de 39 kilometros de la superficie he venido pensando en la futilidad de la hazaña. Siempre he deseado escribir unos parrafos sobre el salto hacia el vacio dado por el "Daredevil" austriaco.Sin embargo he encontrado un trabajo escrito por el redactor de la pagina Pliego Suelto quien escribe bajo el pseudonimo "D" que quiero transcribir aqui por que es exactamente lo que pienso del salto del paracaidista austriaco. Esta tomado de un trabajo sobre Paul Virilio que se titula: "Paul Virilio: El accidente o el milagro a la inversa"

"El salto de Félix Baumgartner fue decepcionante. Cabían dos posibilidades, la primera de las cuales todos anhelaban secretamente: el accidente y sus variantes; la despresurización del traje, el fallo en el mecanismo de abertura del paracaídas; en fin, que se estrellara, que se desintegrara. La catástrofe es el desagüe emocional a donde van a parar todas las pasiones enfrentadas ante un acontecimiento de riesgo: algo tiene que llegar a su fin, sugiere la conciencia, y de una vez para siempre. Baumgartner rompió la barrera del sonido y durante el tiempo en que se escribe este artículo está haciendo rondas de entrevistas vendiendo la proeza, con promotor comercial inclusive, ese que tendría que haber cambiado de eslogan en caso de que el espectáculo hubiera sido sangriento.
La otra posibilidad se observa mejor desde lo alto. La línea borrosa de la atmósfera aparece más plana de lo que la ha visto jamás un hombre, al menos en vivo. El hecho de que el vacío se abra sobre la cabeza del saltador y, sin embargo, no ascienda, no salga proyectado hacia el abismo, es la otra gran oportunidad perdida. Un hombre geoestacionario grabando en directo un fallo de cálculo hubiera sido el mayor éxito de audiencia de todos los tiempos. La humanidad a la deriva, estupenda metáfora.
La situación es muy similar a la que padece Tántalo en el infierno: ni comer fruta, ni beber agua. Ponga donde ponga los labios, nunca puede satisfacer su apetito. Está atrapado en el punto exacto donde no hay nada, salvo el agujero de su desesperación. Como el ser humano, que sigue siendo, pese a todo, una criatura terrícola, asfixiándose en un vasto desierto en el que la extinción biológica solo es el más visible y vulgar de los síntomas. Pero Baumgartner parece haber lanzado un desafío: un paso más y abandonamos este planeta. Este es el fin buscado, el apocalipsis, la desaparición del mundo y de su lógica gravitacional1. Es posible que el planeta esté en declive, pero de la misma manera que abunda en el arte —afirmaba Sábato—, en el análisis de este tiempo hay también una literatura de la crisis."

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