Un artículo publicado en The
Economist habla maravillas de un software que se utiliza para analizar datos de
comportamiento de los empleados y candidatos a empleos, luego hacer
correlaciones e inferencias estadísticas y determinar la persona idónea para una
posición en particular.
No tengo nada en contra del análisis
de datos para tomar una decisión. El problema con el articulista es que según su
opinión la maquina el software, trabajaría mejor si no dependiera de los seres
humanos
.
“El problema con los gerentes de
recursos humanos es que ellos son seres humanos. Tienen prejuicios; cometen
errores.” Dice el trabajo. Pero el problema señor articulista es que
precisamente porque se equivocan y comente errores son seres humanos. Día a día
vemos en los lugares de trabajo a gente que llega tarde, gente que se equivoca,
gente que roba, con una máquina, con un
software puede disminuir el riesgo, pero no la ocurrencia. Porque la maquina
analiza datos objetivos, no puede entender la subjetividad de los seres
humanos. Por lo tanto puede fallar como cualquiera de nosotros. Un administrador
ducho y experimentado puede por medio de una entrevista llegar a deducir si la
persona tiene la madera o si, a pesar de contar con poca experiencia tiene esa
hambre, ese deseo de superación que una estadística no puede medir.
Lo que sucede con esto es que para la máquina, para el
sistema para las corporaciones somos números en una matrix de datos, no somos
humanos somos consumidores potenciales, clientes potenciales, empleados
potenciales. No es fácil recibir a una persona necesitada de empleo, darle la
cara y decirle que no obtuvo el empleo, se necesita corazón humano para esto. Lo
mejor es dejar que un artilugio técnico descarte al posible empleado, es más cómodo
para los engranajes de la máquina disponer de un algoritmo en una base de datos
haga más fácil la decisión, es como si en vez de rechazar a una persona de
carne y hueso rechas un dato estadístico, pero detrás del dato, está el humano.
El artículo publicado incluso
asegura que no tiene sentido preguntarle a una persona si es honesta, basta con
analizar una serie de correlaciones. “No tiene sentido preguntarles a los que
buscan empleo si son honestos. Pero en las encuestas se puede medir la
honestidad de manera indirecta, al preguntar cosas como "¿Qué
tan bueno es usted con las computadoras?" y luego "¿Qué hace el
control-V en un programa de procesador de palabras?" Un estudio de 20,000
trabajadores mostró que las personas más honestas tienden a tener mejor
desempeño y permanecen por más tiempo en los trabajos. Sin embargo, por alguna
razón, no son vendedores eficaces.” (El problema con las correlaciones
es que si te pones a buscarlas las encuentras).
Otra pequeña joya del trabajo se
puede traducir: “Los algoritmos y los grandes datos son herramientas poderosas. Si
fuesen ampliamente utilizados podrían ayudar a emparejar las personas adecuadas
con el trabajo adecuado. Pero deben ser diseñadas y empleadas por seres
humanos, de manera que todo puede salir mal.”
“Todo puede salir mal” por el hecho
de que todavía, por el momento la decisión final la toman los humanos. Pero ya
llegara el día, soñado por los apologistas de la máquina, donde Fulanito de
Tal, joven, Ingeniero Industrial, prepare si curiculum vitae, se vista de
manera adecuada, se peine el cabello, se afeite para causar buena impresión y
cuando legue a la entrevista en vez de la habitual, arquetípica gerente de recursos
humanos se encuentre con C3PO en persona para conducir la entrevista.
Las corporaciones y el sistema harán
todo el esfuerzo posible por desplazar a los humanos de los puntos claves en la
cadena comercial y productiva, nos dejan solo el nicho del consumo porque eso
es lo único que les interesa: un ejército de consumidores descerebrados para
alimentar a la máquina.
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