viernes, 17 de mayo de 2013

LOS DEMONIOS DEL MUNDO ANTIGUO



Por Alvin Reyes

Durante los últimos años las sociedades “modernas” y “civilizadas” se han estado viendo asaltadas por actos de violencia inusitada que poco a poco han, incluso, sobrepasado la capacidad del asombro. Es ya normal en nuestros diarios ver titulares como los siguientes:






Al salir de hotel, hombre mata mujer y se suicida.

 

En busca de la solución ha esta epidemia se han escrito miles de páginas de análisis y ensayos. Se han dilapidado miles de horas hombre en seminarios, entrenamientos a fiscales, a policías, etc. En algunos casos se han creado, como en nuestro país, fiscalías especiales como la de la mujer. Cuál ha sido el resultado de todo esto?. Nada. Los crímenes violentos han seguido su curso. Los actos de corrupción, antes por lo bajo, se sospechaba algo, de boca en boca, se comentaba discretamente, ya hoy son algo que la gente ha terminado por aceptar, siendo la honestidad un rasgo distintivo en extinción.

Que es lo que está pasando con la humanidad?

En este mismo blog transcribimos un sub capítulo del Volumen I de “El Mito de la Maquina” de Lewis Mumford titulado “Ritual, Tabú y Moral” y lo hicimos porque creemos, tenemos la convicción de que gran parte de la causa de lo que le está ocurriendo a las sociedades “modernas” y “civilizadas” es que han perdido los frenos morales que impusieron nuestros ancestros para sostener, bien encerrados, los demonios que, por nuestra naturaleza, llevamos en el interior.

“Al invocar esos poderes consagrados y prescribir terribles castigos para quienes violaran los tabúes, el hombre primitivo estaba construyendo hábitos de control absoluto sobre su propia conducta.”

Hemos desarrollado un estilo de vida que estimula el placer de una manera descarnada y que ha convertido la propia vida en una búsqueda incesante de la felicidad a  toda costa. Pero se ha confundido la felicidad con el hedonismo. La vida es una y hay que gozarla.

Para tratar de explicar cómo se han ido soltando los demonios de nuestro interior, tomemos el ejemplo de la obesidad. La religión nos habla de los 7 pecados capitales. Uno de ellos es la gula, que sucede entonces cuando un una campaña de una compañía de Snacks el anunciante desafía al niño y le dice “A que no te puedes comer solo una”: lo está lanzando en brazos de la glotonería.  Ese niño glotón será un adulto obeso, rechazado por los compañeros y el sexo opuesto, vivirá una vida reprimida atormentado por demonios que anidan en su interior.

Quizá el demonio de la lujuria, otro pecado capital es uno de los que mas se han beneficiado del culto al hedonismo y a la publicidad visual cargada de erotismo y pornografía. Así vivimos bombardeados desde que el día amanece con propagandas eróticas:



Y vemos a diario como mujeres semidesnudas bailan a cualquier hora del día frente al televisor.


Solo en un mundo dominado por pasiones si raciocinio se pueden encontrar noticias como la siguiente:


Con nuestra búsqueda del placer como mecanismo extraviado de la felicidad, y con la consecuente rentabilidad que este actitud produce en el comercio mundial (solo los sitios porno de internet mueven 4 900 millones de dólares al año)  hemos liberado demonios que ahora nos gobiernan sin control, de ahí la violencia diaria, en todo momento. Estamos a merced de los instintos más básicos, después de tanto esfuerzo que costó “la canalización deliberada de los apetitos  corporales y urgencias genitales”

Durante el camino desde las cuevas hasta el mundo moderno hemos ido ocultando demonios, sepultando apetencias instintivas. Hemos, en aras del progreso el comercio y la modernidad corrido los cierres, hemos abierto las cadenas y los demonios se pasean desatados. Todo los otros intentos de explicar lo que nos está ocurriendo se quedan en el ámbito de la sociología, la economía y el capitalismo, por eso no han encontrado la clave. Y mucho antes que yo ya lo escribió Algernon Blackwood citado por H. P. Lovecraft en “La Llamada de Cthulu”:

Es concebible que tales potencias o seres hayan sobrevivido...hayan sobrevivido a una época infinitamente remota don­de...la conciencia se manifiesta, quizá, bajo cuerpos y for­mas que ya hace tiempo que se retiraron ante la marea de la ascendente humanidad... formas de las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo con el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de toda clase y especie...”.

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