martes, 17 de febrero de 2015

Las recetas económicas y la cultura de los pueblos

Alvin Reyes

Cada Pueblo, cada grupo de seres humanos, nación país región del globo tiene sus particulares características. Estas características, este legado cultural forjado por generaciones, por décadas y siglos de convivir juntos es lo que les da sentido a todo conglomerado humano. Las relaciones sociales, los matrimonios, la forma de criar una familia y la manera en cómo se educan los hijos están determinadas por ese conjunto de características únicas de cada cultura. Y si seguimos extrapolando cada cultura tiene formas diferentes de hacer negocios, y cada una de ellas tiene distintas escalas de valores sobre lo que es prioritario a la hora de cultivar, a la hora de invertir a  la hora de crear.

Estoy casi convencido de que en esto que se dice en el párrafo anterior radica uno de los males principales del manejo de la economía mundial. Desde el banco mundial y desde el FMI se trazan líneas, recetas económicas que se aplican a todos los países por igual sin tomar en  cuenta las características más importantes de cada país, su idiosincrasia y sus valores. Prueba de ello es el experimento económico de la Unión Europea. Se ha desarrollado un esquema monetario y de negocios que no toma en cuenta que un griego no puede pensar como un español y que un italiano ve la vida muy diferente de un francés y que lo que funcionó en un país puede que no resulte en otro porque en el entorno cultural de este último no sea aplicable la receta que función en el primero.

Cualquier filosofía de la historia que tome en cuenta la diversidad humana y natural debe reconocer que el proceso selectivo ha alcanzado su grado más alto en el hombre y que cualquier modo de organización de las actividades humanas que limite las posibilidades de creación, trascendencia, selección en favor de un sistema cerrado y completamente unificado no será más que un esfuerzo por frenar la evolución de la cultura humana.” (Lewis Mumford. The pentagon of power. Harvest/HBJ Book. 1970. pág. 159).

Es por eso que creo que independiente del sesgo ideológico que uno pudiese temer con el partido que ha resultado ganador en Grecia, Siritza, es necesario que este tipo de manifestaciones se den dentro del seno de los pueblos para que ellos sean capaces de seguir su propio rumbo. Los hombres, los pueblos, las culturas no son estáticas, de las crisis se sale a trompicones, experimentando creando, no recibiendo recetas impuestas por un sistema cerrado, un sistema dirigido por sacerdotes que solo sirven al dinero y que solo están conformes cuando unos números fríos que se han inventado están dentro de los parámetros establecidos por los sumos pontífices de la máquina.

Los pueblos deben de sacudirse y si fracasa Siritza se verán sus errores y se seguirá intentando, pero intentándolo aprenderemos. Y fracasará Podemos y puede fracasar el Chavismo. Pero de esos fracasos es posible que los pueblos se fortalezcan porque es cada pueblo el que hará su esfuerzo y entonces, liberados ya de las dictaduras económicas, seremos de verdad naciones independientes  no  un conglomerados de borregos a la espera de la decisión de una Troika.


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