“Ninguno puede servir a dos señores;
porque o aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a Mammón».
Mateo 6: 24
Al principio
el hombre soñó con Dioses.
Los Dioses
le trajeron el rio, el sol, los antílopes, los búfalos y las gacelas.
En sus
sueños el hombre también encontró dragones.
Y los Dioses
les trajeron Reyes.
Y el hombre
glorificó los Reyes que les fueron dados por los Dioses.
El hombre
soñó con pirámides, con castillos y con templos por la gloria de Dios y el Rey.
Y los Reyes
eran buenos porque cuidaban a su pueblo y los defendían de otros pueblos que
tenían Dioses malos.
Después
llegó el hierro, y con el hierro el dominio.
Y el hombre
ya no se defendió mas, conquistó, arrasó, y adoró el hierro por encima de los Dioses.
El triunfo
del hombre sobre la naturaleza fue también el triunfo del hombre sobre los Dioses.
Barridos, relegados
al plano de la mitología y la cultura popular los Dioses se fueron de la tierra.
Exiliados
por su propia criatura.
El hombre no
los busco más. Creo sus propios
Dioses, Dioses del triunfo de la ciencia y de la mecánica clásica.
El hombre
inventó la máquina, para la gloria
perpetua de la propia máquina.
Ya el hombre
no sueña más con Dioses ni con dragones.
Los sueños
del hombre son de conquista y de exterminio.
El hombre
sueña con poder absoluto, un poder antes reservado a los Dioses.
Quien si no
Yave tuvo el poder de destruir a Sodoma y Gomorra?.
Quien si no
Moloch podía tragarse los niños en su holocausto de fuego?.
Ya no hacen
falta ni Yave, ni Moloch.
Basta el
simple aleteo de los Drones.
Para la
gloria y el poder de los amos de la Edad de la Máquina.
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